Unidad 2: La Psicología Social. Estudio de cada lección de la unidad 2. Integrantes: Guillermo Manuel Diaz Merlano Y Janiris Arrieta Vital.
viernes, 10 de mayo de 2013
Lección 4. La Psicología de Grupo
Para abordar la importancia de los grupos, es menester poner de presente que el ser humano es por excelencia social de modo que su vida humana transcurre dentro de grupos primarios como la familia, y, los grupos secundarios como la escuela, el barrio y otras. En esos grupos, se hace importante destacar un fenómeno especial de la psicología social, el liderazgo. Entonces, los grupos o equipos son en tanto siguen un liderazgo, bien sea de una persona o de unos horizontes explícitos.
Es fundamental que un líder sea en buena medida reflejo de un grupo, síntoma o efecto de una dinámica grupal, en el interior de la cual es reconocido como tal, entre otras razones porque la condición humana es lo social.
Los científicos del comportamiento y particularmente K. Rogers del humanismo psicológico, propone algunos criterios que deben conocer y aplicar los líderes dentro de sus grupos de influencia, y que pueden sintetizarse así:
1- Particularmente en los equipos de trabajo existe una alta probabilidad de
autorrealización, si se les imprime a éstos la “no directividad”. Es verdad que un grupo con una marcada disciplina, sometimiento jerárquico y dependencia pierde la capacidad de iniciativa, emprendimiento y proactividad tornándose paulatinamente en un equipo sin creatividad, poca mística, precario sentido del logro y baja autoestima o confianza.
2- El proceso de cambio en las personas se ve favorecido y catalizado por relaciones interpersonales e intercomunicativas horizontales (cara a cara), como diría M. Bubber, la relación Yo-Tu que conforma un nosotros sólido frente a los abatares y riesgos de la condición humana. En una atmósfera de profundo respeto (empatía), conocimiento entre los miembros y mutua confianza, cada persona se siente motivada y entusiasmada a conducir su propio e inalienable proceso de cambio. En consecuencia, se hace cargo de su proyecto de vida sin renunciar a la pertenencia o membrecía grupal.
3- Todo mamífero y con mayor razón el ser humano crece de dentro hacia fuera de modo que el ambiente siendo importante, es en gran medida, creado por las propias expectativas e intereses del sujeto. Casi que uno ve lo que quiere ver y escucha lo que desea escuchar. No habitamos un ambiente, creamos un “medio” acorde a nuestros mundos interiores.
4- Toda persona lleva consigo, en su interioridad, en su conciencia una estructura de fuerzas orientadas al cambio, a la novedad, a lo creativo porque necesita enriquecer y consolidar su identidad, el concepto de sí mismo, su autoconfianza y amor propio. Las falencias de identidad refuerzan la imposición de máscaras (pseudo-identidades) cada vez más alejadas de la definición de la personalidad incluso hasta que la persona se pierde por dentro de sí, se le extravía el rumbo haciéndose vulnerable a la mitomanía, el sadomasoquismo, los vicios y la débil capacidad para ajustarse con alegría al principio de realidad.
5- El líder es el intérprete de las necesidades y sueños de su grupo de manera que el poder como tal se diluye dando paso a la persuasión, la influencia, el contagio y la lealtad con los objetivos y valores del grupo. En el seno del grupo deben preponderar la paciencia, las alianzas y las complicidades, sin maltratar las
lealtades. El auténtico liderazgo da la cara cundo las cosas van mal y se hace muy sutil, casi invisible cuando las cosas van bien, es actitud irrestricta de escucha, acompañamiento y solidaridad.
6- Todo grupo cumple un proceso y los miembros que hayan logrado crecer al máximo (cambio de actitudes) serán líderes en otras organizaciones grupales. El ciclo vital y experiencial es nacer y morir, construir y deconstruir, caer y levantarse, perder y ganar, trabajar y descansar; así, resulta normal e incluso deseable que los grupos evolucionen y mueran para dar origen a otros modos de tipo grupal quizá con mayores propósitos. Lo importante es que el grupo fue el medio para el crecimiento personal y para la configuración de un liderazgo perfectible.
7- Todo ser humano tiene necesidad de afecto, de reconocimiento, de apoyo, de amor. Esas necesidades se convierten en derechos que deben ser avalados por una sociedad organizada y civilizada, pero aún así, los derechos deben ser bienes susceptibles de exigibilidad y parte de una construcción social y cultural que los asuma como ejes valorativos de la convivencia y la paz.
Algunas reglas para conducir los conflictos entre los equipos. La primera regla es sentarse a discutir los términos de entendimiento en un ambiente de diálogo abierto, franco y amable. Se dice popularmente que el creador nos ha dado dos orejas y una sola boca como símbolo de aprender a escuchar íntegramente. Las partes han de sentarse con la voluntad e intención de resolver o encontrar las salidas y en ese propósito deben estar convencidas de no levantarse hasta no haber construido mutuamente las soluciones. Algo así como tener una “cola” voluminosa para no dejarse amilanar por el cansancio, ya que los actos de ligereza e impulsivismo no llevan a la salida.
La segunda regla es muy semejante a la tríada de oro sugerida por K. Rogers en su “Terapia centrada en el Cliente”, en la cual propone tres actitudes fundamentales para abrir la calidad y fertilidad de las relaciones interpersonales. La primera es conocer al otro y no propiamente con la estructura lógico-deductiva, sino, sensitiva. Acoger y permitir que el otro revele su ser, explicite sus núcleos más cálidos de su estructura de personalidad. En seguida, la actitud de confianza y/o respeto, la cual facilitaría una mejor y más cálida aproximación creando puentes de comprensión y por ende haciendo sinergia creativa para encontrar o construir las salidas. La tercera actitud Rogeriana es la paciencia o tolerancia por los ritmos. No todos los seres humanos evolucionan a la misma velocidad y además no todas las circunstancias favorecen un desenvolvimiento sostenido.
La tercera regla sugerida por la U. de Harvard, es la identificación clara de los intereses. En efecto, toda negociación comienza exhibiendo un diluvio de “posiciones” encontradas o en antagonismo de parte y parte. Por lo general, esas posiciones esgrimidas a veces con hostilidad y exagerada vehemencia, simplemente encubre los verdaderos intereses en los cuales debe caer toda la atención ya que ellos son la verdadera motivación.
La siguiente regla tiene que ver con la “creación de opciones” como en cualquier juego las variantes son infinitas y es así como el diálogo rompe con la visión unidireccional, rutinaria y entrampada que conservan las partes antes de sentarse a negociar. Donde hay vida hay conflicto, sólo hallaremos la paz definitiva, según San Agustín cuando nuestro ser repose en el corazón de Dios, pero, el conflicto no es necesariamente negativo, puede llegar a ser ampliamente positivo en la medida que nutre y dinamiza las motivaciones y por ende, las energías creativas, obliga a prestar más atención a los problemas ignorados o infravalorados, obliga a desarrollar el pensamiento lateral mejorando la curiosidad, el rigor metódico y la mejor apreciación de nuestro propio ser, permite usar varios enfoques para el mismo problema y ello, le cambia la perspectiva y su respectiva forma de ser juzgado.
Otra de las reglas es que los facilitadores, árbitros o terceras instancias tengan experticia o en su defecto, autoridad y legitimidad moral y social para que no
intervengan con sesgos, parcialidades o fines sospechosos. El único valor que debe orientar a las partes y los que facilitan es el interés de hacer justicia; y, para ello, es procedente observar algunos parámetros básicos como impedir la incorporación de calificaciones, suspicacias y agresiones entre las partes, registrar por escrito los acuerdos y hacerlos firmar por todos, en la secuencia de lo sencillo a lo más acuciante y complicado.
La última regla es la que aconseja ser duros con el problema y blandos entre las personas. Es una actitud negativa pretender descalificar al interlocutor centrándose en sus defectos o subestimando sus características. Lo ideal y lo que hace expedito el camino hacia la solución es la comprensión, según la cual, aunque el interlocutor desaparezca, el problema subsiste. Así por ejemplo, aunque Chávez deje la presidencia en Venezuela, eso no quiere decir que los problemas en la frontera se vayan a extinguir, pueden morigerarse o agravarse. La pareja no puede creer que si se separa desaparecerá el egoísmo o la precaria actitud para la resolución creativa de los problemas, o que las dificultades mutuas de convivencia desaparecerán gracias al divorcio.
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