Unidad 2: La Psicología Social. Estudio de cada lección de la unidad 2. Integrantes: Guillermo Manuel Diaz Merlano Y Janiris Arrieta Vital.
viernes, 10 de mayo de 2013
Lección 4. Condiciones económicas y el proyecto de vida
queremos hacer justicia a una de las formas de pensamiento que más ha influido al hombre moderno, y utilizarlo para explicar esta relación entre economía y el proyecto de vida. Para el materialismo histórico la cosa es sencilla: las relaciones de producción que se dan en el interior de la sociedad y que son condiciones naturales de su economía, a saber, trabajo, producción e intercambio, generan las relaciones sociales, el tipo de sociedad, la forma cultural, la ideología política, la religión y todo lo demás que podamos englobar dentro de la producción propiamente humana.
Todo ello está determinado por las relaciones de producción de la base de la estructura social. De tal manera que un proyecto de vida, las decisiones que un individuo cree tener sobre ellas, no es otra cosa que lo que su relación económica con una sociedad le permite.
Pero dejemos ya las alturas del discurso teórico y vamos una vez más a nuestra vida diaria, donde lo material es la regla y la condición. En efecto, todos los seres humanos padecemos hambre y debemos alimentarnos; algunos de nosotros adquirimos la responsabilidad de una familia y debemos alimentarla y protegerla del clima inclemente en una vivienda. Necesitamos entonces, como mínimo necesario para vivir, un hogar y un alimento. Pero esto sólo se consigue arrancándoselo a la naturaleza, es decir, requiere una actividad que se dirija hacia ella y le arranque sus frutos o sus materias primas para la construcción. En pocas palabras y haciendo uso de la acepción física de la palabra, se necesita: trabajo.
En la ciudad de Bogotá quien quiera protegerse de su frio paramuno, no necesita ir hasta las cercanías de Monserrate a traer la leña necesaria para construirse una casa, o cazar un venado en el cercano Páramo de Chingaza para alimentarse. De ninguna manera, las casas están bastante bien elaboradas con diversos materiales, algunos de ellos traídos desde Europa. Por otro lado el supermercado nos ofrece no sólo carne de venado, sino también de vaca, de pollo, de pavo, de cordero y hasta de cerdo o lechona enlatada; y si usted no quiere carne le tienen una diversidad de frutas, verduras o especias de todo el globo entre otras muchas maravillas para alimentarse. Y, no obstante todo esto, sin importar el tipo de casa o la clase de alimento, para obtenerlo también debemos trabajar; cualitativamente distinto que aquel primer habitante precolombino de la sabana que tuvo que agredir el bosque para arrancarle su madera o su paja para hacerse una choza, claro, pero al fin y al cabo, trabajar.
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